Damas de blanco y dictadura castrista.

Flor de manzano. Larraona.

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DAMAS DE BLANCO Y DICTADURA CASTRISTA.

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Llena de orgullo a las personas de bien contemplar a ese grupo de mujeres valientes vestidas de blanco que recorren periódicamente las calles de La Habana marcando internacionalmente un estigma de oprobio a la dictadura castrista cubana.
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Son familiares de numerosos disidentes pacíficos encarcelados en las mazmorras del Régimen por el simple hecho de ejercer el derecho de expresión y el derecho de pensamiento, derechos humanos básicos y elementales de toda sociedad.

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Y a pesar de los insultos y del odio que destilan las turbas fieles al Régimen que las rodean y flanquean en sus desplazamientos, ellas, sabedoras de la dignidad y coraje de su acción, y del apoyo generalizado internacional, enarbolan orgullosas gladiolos, azucenas, cual flores de la verdad y sus vestidos inmáculos de blanco purísimo señalan con más intensidad la cobardía y vileza de ese Régimen que parece estar en descomposición interna a pesar del control férreo del país que todavía ejerce la gerontocracia gobernante dirigida por Fidel Castro, desde la sombra, y su hermano Raúl.

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Allá por 1959 los barbudos de la Revolución bajaron de Sierra Maestra y derrocaron la dictadura de Baptista. Su acción tuvo la simpatía y el apoyo internacional y durante años ejercieron una seducción irresistible sobre la izquierda mundial y especialmente sobre la "progresía" europea.

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A pesar de que paulatinamente, tras caer en los brazos de la antigua Unión Soviética, se fue transformando en un régimen dictatorial, en una sociedad sin libertades, las socialdemocracias e izquierdas de los distintos países mantuvieron su actitud aquiescente y su mirada condescendiente con el castrismo.

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El inaceptable bloqueo americano de la isla, ya desde los primeros años de la Revolución, causó a la isla numerosos problemas de toda índole, económicos, sociales, culturales, etc. Sin embargo el golpe decisivo en la línea de flotación del castrismo fue la caída de sus antiguos protectores soviéticos, caída que inició el desplome de la dictadura, desplome todavía contenido pero inevitable.

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El pueblo cubano que ha padecido y sigue soportando, cada vez con mayor intensidad, la miseria y la pobreza, económica y espiritual, a la que sus dirigentes les han conducido, es probable que se mantenga a la expectativa, anhelante de cambios que posibiliten el acceso a la sociedad del bienestar, de la libertad, de la democracia. Considerando las represalias del Régimen a los disidentes, encarcelamiento, represión, marginación, es entendible el temor que los cubanos puedan tener a exteriorizar sus deseos más íntimos, a manifestar su oposición a la dictadura.

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Por ello aldabonazos pacíficos con repercusión internacional como los representados por las "Damas de Blanco" (que tanto recuerdan a las "abuelas de la plaza de mayo" argentinas), los disidentes en huelga de hambre, etc. pueden contribuir a acelerar el advenimiento de la libertad y de la democracia.

Chávez y Venezuela.

Picote de Morube.
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CHAVEZ Y VENEZUELA.

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Nada parece que hay que objetar a la situación de Chávez como presidente de Venezuela. Supo aprovechar el desprestigio y el descrédito de gobiernos corruptos anteriores, supo aprovechar su tirón populista electoral, y supo aprovechar la institución de la democracia para asentarse sobre ese pedestal.
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Pero no parece legítimo que tras haber usado la democracia para acceder al poder, utilice ahora ese poder para menguar significativamente la vitalidad de la democracia venezolana, para atenuar su musculatura, para controlar progresivamente todos los poderes del Estado haciendo añicos uno de los principios básicos y esenciales de toda democracia real, la separación e independencia de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) tan deseada desde su enunciación en el siglo XVIII, siglo de las Luces, por Montesquieu.
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Paulatinamente, paso a paso, despacio pero sin pausa, Chávez y su núcleo duro están conduciendo y convirtiendo la democracia venezolana en una dictadura. Remedando al Rey Sol, Luis XIV, el Estado es él; lo evidencian sus actuaciones intempestivas, sus amenazas, sus brabuconadas y actitudes públicas no acordes con el perfil del buen gobernante.
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Hay un conjunto de factores como la censura continua practicada por el gobierno de Chávez, la restricción de libertades, la detención de periodistas, empresarios, el cierre de periódicos y medios de comunicación porque su Régimen autoritario no soporta la libertad, porque no sabe o no quiere encajar la crítica y la diversidad de pareceres de la oposición o de la sociedad civil, porque no le gusta la auténtica democracia, porque quiere imponer un socialismo bolivariano anacrónico y empobrecedor (si Bolívar levantara la cabeza se caería de bruces) siguiendo la estela moribunda de la dictadura cubana, que están convirtiendo a Venezuela en un país paria, exportador de petróleo y de revolución, y amparador, o al menos con connivencias, con grupos terroristas, sean las FARC o ETA, como parece haber desvelado recientemente el juez español de la Audencia Nacional Eloy Velasco.
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Lamentablemente algunos gobiernos de países del entorno, influidos por Chávez y el Chavismo, y por su pretendida defensa de los sectores más pobres y débiles de la sociedad, están siguiendo el mismo derrotero sin querer percatarse de que las experiencias del comunismo internacional, las experiencias mesiánicas del Gran Líder omnisciente y omnipotente, tiempo ha fracasaron estrepitosamente y se escurrieron, afortunadamente, por el sumidero de la Historia.
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Es evidente que cualquier gobierno español, no importa su color, tiene sobre su cabeza la espada de Damócles de Chávez y su continuo e inaceptable chantaje si nos referimos a las relaciones bilaterales de España y Venezuela. Los intereses españoles, económicos y personales, en ese país son considerables lo que obliga por necesidad a ser pragmáticos. Obliga a conjugar la ética de los Principios y la ética de la Responsabilidad, en términos de Max Weber. No obstante si hay que tomar una opción en situaciones límite parece evidente que debe prevalecer la ética de los Principios.
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Y no hay que confundir Venezuela con su Gobierno; éste, tarde o temprano pasará y dejará sus funciones (esperemos que no dure como la dictadura castrista o la franquista) pero Venezuela y el pueblo venezolano continuarán forjando su espléndido país a pesar de los dictadores de turno, disfrazados de demócratas y de salvadores de pueblos oprimidos.